Para entendernos, podríamos decir que la potencia que tienes contratada en una instalación eléctrica es la capacidad de conectar muchas cosas a la vez. Esta potencia la puedes decidir libremente (entre 2,3 kW y 15 kW), pero -como te debes imaginar-, cuanta más potencia elijas más subirá tu factura de la luz.

Si te pasas de largo, estarás pagando de más. Y si te quedas corto/a, te caerán los plomos a menudo y deberás ir a oscuras a subir el diferencial (y dependiendo del momento en el que te enganche esta excursión, puede llegar a ser bastante molesta).

Con todo esto, no hay una fórmula científica para calcular la potencia ideal que necesitas, pero te podemos dar algunos consejos para acercarte.

El más básico de todos es el que proviene de la sabiduría propagada por parte de los mejores cuñados de nuestro país en forma de dicho popular: "Si no te salta nunca el diferencial es que pagas un precio demasiado alto".

La idea de este concepto es que los plomos te deberían de caer un par o tres de veces al año, ese día donde te has levantado con ganas de cambiar el mundo y has puesto en marcha a la vez el horno, la vitrocerámica, la lavadora y un calentador eléctrico.

Si esto ya te está pasando, te recomendamos que no toques la potencia que tienes contratada (la podrás encontrar en tu factura). Si en cambio tu diferencial no cae nunca, te puedes plantear cambiar tu potencia a la baja.

De entrada, debes saber que cada cambio de potencia te costará unos 11 €, que cobra la compañía distribuidora (la empresa que hace llegar la electricidad a tu casa, y que está asignada según la zona donde vives).

También debes tener en mente que esta empresa sólo está obligada a aceptar un cambio de potencia cada año, por lo que si calculas mal puedes llegar a pagar las consecuencias durante 12 meses. Además, volver a subir de potencia te puede costar aproximadamente 45 € por cada kW.

Las potencias recomendadas según la superficie de tu piso o casa son:

• Hasta 60 m2: entre 3 y 4,5 kW
• Hasta 90 m2: entre 3,5 y 6 kW
• Hasta 140 m2: entre 4,5 y 7 kW
• Más de 140 m2: entre 6 y 8 kW
  
  

Si tienes aire acondicionado o calefacción eléctrica, probablemente tendrás que ir a parar a la franja alta de estas horquillas. El resto de aparatos que también consumen mucho son el lavavajillas, el horno, la lavadora, la secadora y la vitrocerámica. La probabilidad de que tengas varios de estos funcionando a la vez es la que te marcará la potencia final que deberás contratar. Para terminar de hacer tus cálculos, debes saber que el ahorro anual que puedes conseguir es de aproximadamente 4 € por cada décima que consigas reducir tu potencia.

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